La celebración del 75°aniversario de la incorporación del Centro Padre Monti para el servicio de la formación en nuestra Provincia ha propiciado la publicación, en esta sección de la Hoja Montiana, de estos artículos que surgen de la sencilla investigación, nutrida con entrevistas de algunos Hermanos y la búsqueda de documentos y fotografías que saciaran la curiosidad de conocer la historia de esta casa que nos recibe, y que se torna para la gran mayoría de los Concepcionistas en el primer hogar en la Congregación.
De esta manera, con la grata disposición de los Hermanos, particularmente del Hno. Miguel Grosso es que se ha abierto una humilde línea de investigación, que confío, se irá enriqueciendo con el tiempo.
Pero antes de continuar con lo que en este número les propongo quisiera no dejar pasar por alto el título que este artículo lleva, “La piccola Betania”. Esta expresión, ha sido con la que, el Hno. Faustino Monti nombrara al Noviciado, cuándo éste se encontraba aún por el Robles.
Me pareció, al leerlo, sumamente elocuente traer a nuestro hoy esa expresión para hablar del lugar que actualmente es sede del Noviciado latinoamericano. Se trata de una expresión sumamente acertada, y hasta profética diría también. Si, digo bien, porque hay una particularidad -fuera de toda interpretación excesivamente romántica- que esta casa posee y es algo que cuántos han pasado por ella o, lo hacen eventualmente por algún motivo lo ponderan y destacan con entusiasmo, se trata de la posibilidad de reposar. Posibilidad que el entorno y la Comunidad siempre han permitido.
En torno a esta idea del reposo es que la expresión del Hno. Faustino cobra sentido, porque Betania es aquel poblado en dónde se encontraba la casa amiga para Jesús y, también el lugar de su Ascención a los cielos (Cfr. Lc. 25, 50-51); y por ello, el lugar en dónde los apóstoles comienzan a desandar la misión.
La expresión del Hno. Faustino para con el Noviciado, ésta de una Betania pequeña, ha sido y es emblema de lo que en profundidad los Hijos de la Inmaculada Concepción custodiamos como don precioso del Señor, dado a Luis Monti y que nos ha sido, a su vez, heredado por él, para ser don en el mundo: la hospitalidad. Que no queda circunscripta al ámbito sanitario, sino que se vuelve un estilo de vida en la caridad. Y es por eso que hoy, como en otro tiempo, con certeza, podemos llamar a nuestro Noviciado “La piccola Betania”, sobrenombre que bien podría ser el de cada una de nuestras Comunidades.
Pero éste solar que es nuestra casa, ha acogido antes de los Hermanos a una de las familias con mayor protagonismo político y social del siglo XIX en Córdoba y Argentina. Hablamos de la Familia Gavier, anterior propietaria del edificio y las siete hectáreas que lo circundan y que, nos pertenecen desde 1942.
La Familia Gavier en la Argentina es fundada por Henry Gavier Vanneste, hijo de Pierre Gavier Crochon, quién se casara con María Manuela Perpétua Dionisia Dicido de Zamudio, criolla, aproximadamente en 1835. Henry nació el 18 septiembre de 1811 en Coutrai, Bélgica y es conocido, en sus escuetas reseñas biográficas, por su obra artística en pintura.
Este matrimonio engendra dos hijos: Gregorio Ignacio Gavier Figueroa y Pedro Gavier Figueroa. El primero nacido el 31 de julio de 1838 en Córdoba y fallecido en Buenos Aires el 21 de octubre de 1886 será Gobernador de la Provincia de Córdoba entre 1883 y 1886 y Senador Nacional por la misma jurisdicción. Primo de Juárez Celman, Gobernador de la provincia -predecesor de Gavier-, Senador y Presidente de la Nación entre 1883 y 1886.
Datos preliminares estos, que nos permiten situarnos en una investigación apasionante sobre el pasado de esta casa y nos hacen preguntarnos si, tal vez, estos muros han sido testigos de la vida social y política de nuestro país por la presencia de estos hombres protagonistas de aquella época.
Pero aún no encontramos el punto de contacto con 1942. Prosigamos.
Gregorio se casó con Florinda de Allende y Díaz (1845 – 1922), hija de Laurencio de Allende y Moyano y Eufemia Josefa Díaz González, el 30 de enero de 1867 en la Iglesia Catedral de Córdoba. Ellos, a su vez, engendraron 5 hijos: Daniel, María Eva, Gregorio (h), Manuel y María Eufemia.
Estos, a excepción de Gregorio (h) y María Eufemia -aunque aparece el nombre de Santiago Beltrán Gavier, lo que hace presumir que sería su descendiente- son quiénes suscriben el negocio jurídico en virtud del cuál, el Hno. Alejandro María Santos Pelliccioli, en nombre de la Asociación “Instituto Concepcionista” -cómo, y por largo tiempo ha sido encuadrada legalmente nuestra Congregación en la Argentina- se hacía con la casa, entregando $17.000 Moneda Nacional -m$n- al contado al momento de realizarse el acto y, gravando el inmueble cómo garantía, por el saldo de $25.000, que se pagarían en los 5 años subsiguientes con un interés del 5% anual.
Pero encontramos otro dato curioso en la escritura de la casa, y es el tránsito que el inmueble ha hecho patrimonialmente, puesto que la casa es comprada, en la sucesión de Gregorio, en 1903, por los Sres. Benjamín Paz y Salvador Argañaráz y vuelta a recomprar por Florinda en 1906 a estos; siendo legítimamente heredada por sus hijos cuándo acaecida la propia sucesión el 16 de noviembre de 1922. Queda por descubrir los motivos de estos pasos.
Un último dato, sumamente curioso e irónico a la vez. Esta casa que fuera en su tiempo comprada por la Congregación para dedicarla a la formación de sus miembros, fue otrora propiedad de un partidario del movimiento secularizador de las instituciones del país. ¿Se habrá imaginado Gavier que la que fuera su propiedad pasaría a ser de la Iglesia?.